De los demás barrios de la ciudad, y de aspectos generales que me hayan llamado la atención, yo destacaría lo siguiente:
En primer lugar la zona cercana al Zoo de Berlín, con su característica entrada con los dos elefantes (101). Muy cercana al zoo se encuentra la bonita estación de metro de Wittenbergplatz (102), que por dentro mantiene un estilo antiguo (103), incluso con carteles publicitarios de principios de siglo XX (104).
En esa estación vi este gracioso cartel (105) al estilo "Estamos trabajando para usted, disculpe las molestias", en el que aparece un muñequito de juguete. Realmente es curiosa la manera de pensar que hay detrás de los anuncios. Tienen un sentido del humor algo especial y diferente al español, como se ve en esta curiosa propaganda de una óptica, que vi en un vagón de metro (106).
En general, hay muchas estaciones pintorescas y con un cierto encanto, tanto de metro (107) como de S-Bahn (el tren de superficie que recorre la ciudad). Por ejemplo, esta de Hackeschermarkt (108).
No muy lejos del zoo se encuentra también un feo edificio, pero del que quise dejar testimonio por su importancia, a veces infravalorada: la sede del DIN (109). El DIN es el Instituto Alemán para las Normas (Deutsche Institut für Normung), encargado de la estandarización a nivel alemán. En principio sus normas sólo se aplican en Alemania, pero hay una que ha trascendido sus fronteras, y es la que afecta a los tamaños de las hojas de papel, que precisamente por eso se denominan DIN-A4, DIN-A5, etc. Aunque la serie A es la más conocida, en realidad la norma contempla cuatro series, de la A a la D. Todas ellas cumplen la bonita propiedad de que, al dividir una hoja por la mitad, se obtienen dos del siguiente tamaño especificado por la serie, y esta propiedad se cumple para cualquier elemento (es lo que tiene la proporción que da la raíz cuadrada de 2).
También cerca de esta zona se encuentran algunas de las más impresionantes embajadas. Entre ellas la de Egipto (110), la de Arabia Saudí (111), o la de los Emiratos Árabes Unidos (112). También destaca la sede del partido político CDU, con una extraña forma que recuerda a un barco (113).
Otro lugar cercano al zoológico y tremendamente conocido el la Kaiser-Wilhelm-Gedächtnis-Kirche (114), es decir, la iglesia en recuerdo del Kaiser Guillermo, que se ha conservado semidestruida como recuerdo de los desastres de la Segunda Guerra Mundial. La mandó construir el Kaiser Guillermo II en recuerdo de su abuelo, también Kaiser, Guillermo I. Sin duda estos edificios semidestruidos ayudan más a la gente a ser consciente de las consecuencias de las guerras que mil discursos y mil artículos eruditos publicados en el medio que sea. Otro bonito recordatorio de aquellos años es una modesta estatua que hay cerca de la estación de S-Bahn de Friedrichstrasse, titulada "los trenes de la muerte". Representa a un grupo de niños que se preparan a subir al tren que los llevará al campo de concentración (115).
Por cierto, muy cerca de allí se encuentra el hotel Radisson, que alberga un curioso acuario cilíndrico (116), dentro del cual se encuentra el ascensor que lleva a las plantas superiores. Algo verdaderamente original y curioso de ver.
No podía faltar una mención para la Potsdamer Platz, donde se encuentran algunos de los más importantes edificios de oficinas, y que es famosa sobre todo por el Sony Center (117), del que destaca especialmente su peculiar cúpula (118). A mí esta zona no me pareció muy interesante, aunque hay algún ejemplo de arquitectura moderna, con cristal y acero, que quizás pueda gustar a los aficionados a ese estilo.
Un detalle curioso de los berlineses (y quizás de los alemanes en general, no lo sé) es su afición a la playa. A lo largo de la ribera del Spree, el río que cruza la ciudad, pueden verse bastantes lugares para practicar voley-playa, y no son pocos los bares cuyo suelo es precisamente arena, o que directamente imitan todos los detalles de un chiringuito, como si estuviéramos justo a unos metros del mar en Benidorm. En la misma Alexanderplatz hay uno bastante grande en el que yo mismo dejé testimonio de cómo se puede tomar el sol rodeado de arena, a centenares de kilómetros de la costa (119).
También es destacable la manera que tienen de educar a los jóvenes. Allí se nota que los niños son niños. Abundan las tiendas con juguetes clásicos: las típicas muñecas (120), los muñecos de madera con forma de pinocho (121), etc. Con razón puede uno, mientras camina por allá, encontrarse con carteles como este (122). Personalmente creo que es algo que está muy bien. Los niños deben ser niños mientras están en la edad de serlo.
Alguien podría preguntarse: "¿Cuál es el recuerdo más vendido de una ciudad tan variada y que posee tantos monumentos y lugares intersantes?" Pues no son las miniaturas de la puerta de Brandeburgo, ni los bustos en miniatura de Federico el Grande (aunque se veían muchos en las tiendas), ni nada por el estilo, sino... la figura del semáforo. Sí, resulta que los antiguos semáforos de la RDA mostraban una figura de un hombre con sombrero, muy característica (123). En ocasiones también la de una niña con trenzas, que mostraré cuando describa Dresde. El caso es que al unificarse Alemania, el gobierno federal quiso imponer el modelo de la RFA, más parecido al que tenemos en España, pero la gente estaba tan identificada ya con este diseño que presionó para mantenerlo, y ahora puede uno ver ambos estilos en cualquier parte de la ciudad. No sólo eso, sino que el semáforo se convirtió en una señal de identidad berlinesa, y se comenzaron a vender souvenirs de todo tipo relacionados con el ampelman (literalmente "hombre del semáforo"). Bolsos, pegatinas, llaveros... hasta helados y bebidas puede uno encontrar en una tienda dedicada a este personaje (124).
Por cierto que los semáforos alemanes cuentan en su mayoría con un botón para avisar de que se desea cruzar la calle, pero no como en España que no sabes si sirven de algo o están sólo como apoyo psicológico para hacer más corta la espera. Aquí dan la impresión de funcionar, y marcan que han recibido la señal con el mensaje "Signal kommt" (125). Los hay de muchos modelos, casi todos en color amarillo, que en mi opinión es el color favorito de los alemanes. Hay montones de cosas en amarillo (de hecho, un amarillo algo dorado, parecido al famoso "gualda" de la bandera española). No es extraño si pensamos que este era el color de la bandera del Sacro Imperio Romano-Germánico, y según tengo entendido, la bandera actual de Alemania incluye el amarillo precisamente por esa razón.
Tampoco usan el ámbar o la intermitencia en los semáforos para advertir que va a ponerse rojo, sino que tú vas cruzando la calle y de pronto pasa a rojo directamente. Eso significa que ya no deberías empezar a cruzar si aún no lo has hecho, pero si estás a medio camino, aún tienes unos segundos de margen para llegar al otro lado, antes de que a los coches se les ponga verde.
Para terminar, un detalle que me pareció pintoresco: La puerta de una casa, con el clásico cilindro en el que el repartidor de periódicos pone el del día (126). La palabra "Zeitungen", con la que está marcado, significa precisamente eso, periódicos.
En primer lugar la zona cercana al Zoo de Berlín, con su característica entrada con los dos elefantes (101). Muy cercana al zoo se encuentra la bonita estación de metro de Wittenbergplatz (102), que por dentro mantiene un estilo antiguo (103), incluso con carteles publicitarios de principios de siglo XX (104).
En esa estación vi este gracioso cartel (105) al estilo "Estamos trabajando para usted, disculpe las molestias", en el que aparece un muñequito de juguete. Realmente es curiosa la manera de pensar que hay detrás de los anuncios. Tienen un sentido del humor algo especial y diferente al español, como se ve en esta curiosa propaganda de una óptica, que vi en un vagón de metro (106).
En general, hay muchas estaciones pintorescas y con un cierto encanto, tanto de metro (107) como de S-Bahn (el tren de superficie que recorre la ciudad). Por ejemplo, esta de Hackeschermarkt (108).
No muy lejos del zoo se encuentra también un feo edificio, pero del que quise dejar testimonio por su importancia, a veces infravalorada: la sede del DIN (109). El DIN es el Instituto Alemán para las Normas (Deutsche Institut für Normung), encargado de la estandarización a nivel alemán. En principio sus normas sólo se aplican en Alemania, pero hay una que ha trascendido sus fronteras, y es la que afecta a los tamaños de las hojas de papel, que precisamente por eso se denominan DIN-A4, DIN-A5, etc. Aunque la serie A es la más conocida, en realidad la norma contempla cuatro series, de la A a la D. Todas ellas cumplen la bonita propiedad de que, al dividir una hoja por la mitad, se obtienen dos del siguiente tamaño especificado por la serie, y esta propiedad se cumple para cualquier elemento (es lo que tiene la proporción que da la raíz cuadrada de 2).
También cerca de esta zona se encuentran algunas de las más impresionantes embajadas. Entre ellas la de Egipto (110), la de Arabia Saudí (111), o la de los Emiratos Árabes Unidos (112). También destaca la sede del partido político CDU, con una extraña forma que recuerda a un barco (113).
Otro lugar cercano al zoológico y tremendamente conocido el la Kaiser-Wilhelm-Gedächtnis-Kirche (114), es decir, la iglesia en recuerdo del Kaiser Guillermo, que se ha conservado semidestruida como recuerdo de los desastres de la Segunda Guerra Mundial. La mandó construir el Kaiser Guillermo II en recuerdo de su abuelo, también Kaiser, Guillermo I. Sin duda estos edificios semidestruidos ayudan más a la gente a ser consciente de las consecuencias de las guerras que mil discursos y mil artículos eruditos publicados en el medio que sea. Otro bonito recordatorio de aquellos años es una modesta estatua que hay cerca de la estación de S-Bahn de Friedrichstrasse, titulada "los trenes de la muerte". Representa a un grupo de niños que se preparan a subir al tren que los llevará al campo de concentración (115).
Por cierto, muy cerca de allí se encuentra el hotel Radisson, que alberga un curioso acuario cilíndrico (116), dentro del cual se encuentra el ascensor que lleva a las plantas superiores. Algo verdaderamente original y curioso de ver.
No podía faltar una mención para la Potsdamer Platz, donde se encuentran algunos de los más importantes edificios de oficinas, y que es famosa sobre todo por el Sony Center (117), del que destaca especialmente su peculiar cúpula (118). A mí esta zona no me pareció muy interesante, aunque hay algún ejemplo de arquitectura moderna, con cristal y acero, que quizás pueda gustar a los aficionados a ese estilo.
Un detalle curioso de los berlineses (y quizás de los alemanes en general, no lo sé) es su afición a la playa. A lo largo de la ribera del Spree, el río que cruza la ciudad, pueden verse bastantes lugares para practicar voley-playa, y no son pocos los bares cuyo suelo es precisamente arena, o que directamente imitan todos los detalles de un chiringuito, como si estuviéramos justo a unos metros del mar en Benidorm. En la misma Alexanderplatz hay uno bastante grande en el que yo mismo dejé testimonio de cómo se puede tomar el sol rodeado de arena, a centenares de kilómetros de la costa (119).
También es destacable la manera que tienen de educar a los jóvenes. Allí se nota que los niños son niños. Abundan las tiendas con juguetes clásicos: las típicas muñecas (120), los muñecos de madera con forma de pinocho (121), etc. Con razón puede uno, mientras camina por allá, encontrarse con carteles como este (122). Personalmente creo que es algo que está muy bien. Los niños deben ser niños mientras están en la edad de serlo.
Alguien podría preguntarse: "¿Cuál es el recuerdo más vendido de una ciudad tan variada y que posee tantos monumentos y lugares intersantes?" Pues no son las miniaturas de la puerta de Brandeburgo, ni los bustos en miniatura de Federico el Grande (aunque se veían muchos en las tiendas), ni nada por el estilo, sino... la figura del semáforo. Sí, resulta que los antiguos semáforos de la RDA mostraban una figura de un hombre con sombrero, muy característica (123). En ocasiones también la de una niña con trenzas, que mostraré cuando describa Dresde. El caso es que al unificarse Alemania, el gobierno federal quiso imponer el modelo de la RFA, más parecido al que tenemos en España, pero la gente estaba tan identificada ya con este diseño que presionó para mantenerlo, y ahora puede uno ver ambos estilos en cualquier parte de la ciudad. No sólo eso, sino que el semáforo se convirtió en una señal de identidad berlinesa, y se comenzaron a vender souvenirs de todo tipo relacionados con el ampelman (literalmente "hombre del semáforo"). Bolsos, pegatinas, llaveros... hasta helados y bebidas puede uno encontrar en una tienda dedicada a este personaje (124).
Por cierto que los semáforos alemanes cuentan en su mayoría con un botón para avisar de que se desea cruzar la calle, pero no como en España que no sabes si sirven de algo o están sólo como apoyo psicológico para hacer más corta la espera. Aquí dan la impresión de funcionar, y marcan que han recibido la señal con el mensaje "Signal kommt" (125). Los hay de muchos modelos, casi todos en color amarillo, que en mi opinión es el color favorito de los alemanes. Hay montones de cosas en amarillo (de hecho, un amarillo algo dorado, parecido al famoso "gualda" de la bandera española). No es extraño si pensamos que este era el color de la bandera del Sacro Imperio Romano-Germánico, y según tengo entendido, la bandera actual de Alemania incluye el amarillo precisamente por esa razón.
Tampoco usan el ámbar o la intermitencia en los semáforos para advertir que va a ponerse rojo, sino que tú vas cruzando la calle y de pronto pasa a rojo directamente. Eso significa que ya no deberías empezar a cruzar si aún no lo has hecho, pero si estás a medio camino, aún tienes unos segundos de margen para llegar al otro lado, antes de que a los coches se les ponga verde.
Para terminar, un detalle que me pareció pintoresco: La puerta de una casa, con el clásico cilindro en el que el repartidor de periódicos pone el del día (126). La palabra "Zeitungen", con la que está marcado, significa precisamente eso, periódicos.
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