Llegados a este punto, determinados tipos de turistas probablemente visitarían poco más de la ciudad, puesto que es la parte antigua la que le ha dado fama a Dresde como sitio digno de ser visitado. Sin embargo, si uno se interesa por la parte nueva, descubre una vida y un movimiento que bien valen dedicar unas horas.
A la Neustadt se puede acceder por varios puentes que cruzan el Elba. Si se usa el más occidental, llamado de Carola, se puede contemplar la sede del gobierno de Sajonia (1). Pero lo típico es cruzar algo más al Este, por el puente de... cómo no, Augusto (2). Se llega a una plaza en la que destaca la estatua dorada de adivinen ustedes quién (3). A partir de ahí comienza un tranquilo paseo (4,5) en el que ya no sentimos la presencia de tantos turistas, y del que vale la pena visitar una iglesia llamada la iglesia de los tres reyes (Dreikönigskirche). El edificio no es antiguo, pero su altar sí que es de piedra y contrasta con el resto de la iglesia. También vi en el paseo este bonito reloj (6), que bien merecía una foto.
Por fin llegamos a la Albertplatz, una enorme plaza verde de la que parten muchas de las calles de la Neustadt, y en la que destacan dos fuentes gemelas, una a cada lado de la plaza (7).
Partiendo de aquí hacia el Este, por la Bautznerstrasse, se acaba llegando (al cabo de un buen rato) a una tienda realmente bonita, la lechería de los hermanos Pfund. En su página web podéis conocer algunos datos e incluso ver una imagen panorámica de este curioso establecimiento. Yo no pude visitar la zona en horario de apertura al público, pero creo que vale la pena pasarse por ahí para quien tenga ocasión de hacerlo.
Un poco antes de esta tienda, se puede subir hasta la iglesia de Martín Lutero (8,9), frente a la cual hay esta fuente sobre la que "flota" una enorme bola de piedra que gira sobre el agua (10). Ya a estas alturas comenzamos a ver la diferencia de estilo entre la Neustadt y la Altstadt. Allá todo era turístico, bien porque había edificios antiguos, bien porque había restaurantes o tiendas sofisticadas. Aquí, en cambio, todo tiene un toque algo más decadente, pero al mismo tiempo más popular y verdadero. En parte se podría pensar que no es tan atractivo como el otro barrio, pero lo cierto es que pasear por sus calles tiene mucho encanto. Cada rincón es diferente, y junto a los edificios más viejos uno ve fachadas pintadas y decoradas por artistas afincados allí (11,12,13,14). En una cierta zona, alrededor de Rothemburgstrasse, aproximadamente, abundan los locales de todo tipo para tomar algo. Biergartens, teterías, cafeterías ambientadas de todas las maneras posibles... es un barrio ideal para salir a pasar la tarde o la noche, y visita obligada para quien quiera hacer algo más que ver iglesias y palacios.
Por supuesto, en medio de todos estos locales, no podía faltar la representación española (15). No es la única de la Neustadt. En la parte oriental del barrio, mucho más tranquila y menos bulliciosa e interesante, se encuentra también algún sitio de inspiración española (16) e incluso alguno con espectáculo de flamenco y todo (17).
Más al Norte, hay un lugar que a mí me apetecía especialmente visitar: el Museo de Historia Militar, en el que se exponen todo tipo de objetos relacionados con la historia militar de Alemania. Desgraciadamente, el enorme museo aún está en construcción, así que lo único que hay es un anexo, que igualmente vale la pena. Pueden verse, entre muchas otras cosas, uniformes de la Primera Guerra Mundial (18), cascos de principios del siglo XX (19), un avión biplano del Ejército Rojo (20) o una miniatura del acorazado Bismarck (21). Una de las curiosidades más interesantes en mi opinión es la de un ejemplar de la máquina Enigma (22), con la que los alemanes encriptaban sus comunicaciones durante la Segunda Guerra Mundial.
De épocas posteriores podemos ver por ejemplo un carro de combate alemán de fabricación norteamericana (23), o los modelos militares de los coches característicos de las dos alemanias, el Trabant de la RDA (24) y el Volkswagen de la RFA (25). Había muchas otras cosas, como los uniformes actuales de la Bundeswehr, las campanas de algunos buques de guerra de principios del siglo XX, o incluso un cohete V-1.
Delante del museo hay un pequeño parque con esta estatua (26), el inevitable tributo a pagar por la ocupación soviética (Dresde perteneció a la RDA). También algo más abajo, puede admirarse una bonita iglesia católica, la iglesia de San Martín. Es un edificio que tiene una estructura diferente a la de todas las otras iglesias que he visto en mi vida. En Alemania creo que hay varias así, pero en España no son típicas. Es bastante redonda, con numerosas puertas y recovecos exteriores, que le dan un aspecto muy bonito (27,28,29,30,31). Me resulta extraño que no se suela mencionar este edificio como uno de los lugares interesantes a visitar de Dresde, pese a que es una iglesia tan interesante y tan bien conservada.
A la Neustadt se puede acceder por varios puentes que cruzan el Elba. Si se usa el más occidental, llamado de Carola, se puede contemplar la sede del gobierno de Sajonia (1). Pero lo típico es cruzar algo más al Este, por el puente de... cómo no, Augusto (2). Se llega a una plaza en la que destaca la estatua dorada de adivinen ustedes quién (3). A partir de ahí comienza un tranquilo paseo (4,5) en el que ya no sentimos la presencia de tantos turistas, y del que vale la pena visitar una iglesia llamada la iglesia de los tres reyes (Dreikönigskirche). El edificio no es antiguo, pero su altar sí que es de piedra y contrasta con el resto de la iglesia. También vi en el paseo este bonito reloj (6), que bien merecía una foto.
Por fin llegamos a la Albertplatz, una enorme plaza verde de la que parten muchas de las calles de la Neustadt, y en la que destacan dos fuentes gemelas, una a cada lado de la plaza (7).
Partiendo de aquí hacia el Este, por la Bautznerstrasse, se acaba llegando (al cabo de un buen rato) a una tienda realmente bonita, la lechería de los hermanos Pfund. En su página web podéis conocer algunos datos e incluso ver una imagen panorámica de este curioso establecimiento. Yo no pude visitar la zona en horario de apertura al público, pero creo que vale la pena pasarse por ahí para quien tenga ocasión de hacerlo.
Un poco antes de esta tienda, se puede subir hasta la iglesia de Martín Lutero (8,9), frente a la cual hay esta fuente sobre la que "flota" una enorme bola de piedra que gira sobre el agua (10). Ya a estas alturas comenzamos a ver la diferencia de estilo entre la Neustadt y la Altstadt. Allá todo era turístico, bien porque había edificios antiguos, bien porque había restaurantes o tiendas sofisticadas. Aquí, en cambio, todo tiene un toque algo más decadente, pero al mismo tiempo más popular y verdadero. En parte se podría pensar que no es tan atractivo como el otro barrio, pero lo cierto es que pasear por sus calles tiene mucho encanto. Cada rincón es diferente, y junto a los edificios más viejos uno ve fachadas pintadas y decoradas por artistas afincados allí (11,12,13,14). En una cierta zona, alrededor de Rothemburgstrasse, aproximadamente, abundan los locales de todo tipo para tomar algo. Biergartens, teterías, cafeterías ambientadas de todas las maneras posibles... es un barrio ideal para salir a pasar la tarde o la noche, y visita obligada para quien quiera hacer algo más que ver iglesias y palacios.
Por supuesto, en medio de todos estos locales, no podía faltar la representación española (15). No es la única de la Neustadt. En la parte oriental del barrio, mucho más tranquila y menos bulliciosa e interesante, se encuentra también algún sitio de inspiración española (16) e incluso alguno con espectáculo de flamenco y todo (17).
Más al Norte, hay un lugar que a mí me apetecía especialmente visitar: el Museo de Historia Militar, en el que se exponen todo tipo de objetos relacionados con la historia militar de Alemania. Desgraciadamente, el enorme museo aún está en construcción, así que lo único que hay es un anexo, que igualmente vale la pena. Pueden verse, entre muchas otras cosas, uniformes de la Primera Guerra Mundial (18), cascos de principios del siglo XX (19), un avión biplano del Ejército Rojo (20) o una miniatura del acorazado Bismarck (21). Una de las curiosidades más interesantes en mi opinión es la de un ejemplar de la máquina Enigma (22), con la que los alemanes encriptaban sus comunicaciones durante la Segunda Guerra Mundial.
De épocas posteriores podemos ver por ejemplo un carro de combate alemán de fabricación norteamericana (23), o los modelos militares de los coches característicos de las dos alemanias, el Trabant de la RDA (24) y el Volkswagen de la RFA (25). Había muchas otras cosas, como los uniformes actuales de la Bundeswehr, las campanas de algunos buques de guerra de principios del siglo XX, o incluso un cohete V-1.
Delante del museo hay un pequeño parque con esta estatua (26), el inevitable tributo a pagar por la ocupación soviética (Dresde perteneció a la RDA). También algo más abajo, puede admirarse una bonita iglesia católica, la iglesia de San Martín. Es un edificio que tiene una estructura diferente a la de todas las otras iglesias que he visto en mi vida. En Alemania creo que hay varias así, pero en España no son típicas. Es bastante redonda, con numerosas puertas y recovecos exteriores, que le dan un aspecto muy bonito (27,28,29,30,31). Me resulta extraño que no se suela mencionar este edificio como uno de los lugares interesantes a visitar de Dresde, pese a que es una iglesia tan interesante y tan bien conservada.
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