miércoles, 6 de octubre de 2010

Praga

Praga tiene fama de ser una de las ciudades más bonitas de Europa, y con razón. Es una ciudad con historia, puesto que fue la capital del Sacro Imperio Romano Germánico, bajo el emperador Carlos IV, que por supuesto tiene una estatua en la ciudad (1, 1b), y que da nombre al puente más famoso de Praga (2). La parte más antigua de la ciudad se ha conservado bastante bien a lo largo de los siglos, y no sólo las construcciones medievales, sino las posteriores de la época del Imperio Austro-Húngaro. El dinero producido por el turismo ha ayudado a mantenerla, y de esta manera la ciudad puede ofreces multitud de rincones interesantes. No sólo los edificios históricos impresionan, sino que a menudo se encuentra uno con calles enteras en las que cada fachada, cada tejado, cada portal, parece una obra de arte. No conozco tan a fondo la ciudad como para explicar cada una de ellas, pero al menos contaré lo que vi, tal y como lo vi.

A esta sensación contribuye el hecho de estar dividida por el río Moldava, y el hecho de disponer de un bonito castillo que domina la ciudad desde una colina. Todo ello acaba creando una imagen de postal que, lógicamente, no pasa desapercibida a nadie (3).

El lugar más conocido y visitado de Praga es precisamente el puente (4), al que se accede a través de una bonita torre (4b). A todas horas está plagado de gente (sí,esos puntitos de colores que se ven por encima son personas). Me resultó difícil encontrar un momento en el que poder contemplarlo, porque la multitud llegaba realmente a taparlo. Una pena, porque es realmente espectacular, con la multitud de estatuas que lo adornan sobre cada columna. La más elaborada e impresionante es esta, que se encuentra ya casi al lado de la orilla occidental (5). A continuación de ella atravesamos una torre (6), guardada por un empleado vestido al estilo medieval, junto al que los turistas se hacen fotos. La torre también está adornada con banderitas medievales, que así hace más gracia. A la izquierda de la torre se puede ver un canal que alimenta un molino de agua muy bonito (7). Si diésemos una vuelta para llegar a la parte posterior del molino, veríamos una reja en la que los enamorados enganchan candados, como signo de su inquebrantable amor (8). He leído por ahí que en Italia hay algo parecido, y que esta costumbre viene de una película en la que los personajes hacían eso, pero no sé si es verdad. El caso es que se está poniendo de moda por todo el mundo.

Estamos ya en el lado occidental de la ciudad, para mí el más encantador de los dos. Cada rincón esconde cosas interesantes, desde una iglesia (9) hasta un edificio de los Caballeros de la Orden de Malta (10), pasando por un restaurante al que se llega por un pasaje tan estrecho que tiene hasta semáforo (11). Y sí, aquí también hay, cómo no, locales "typical spanish" (12). Pero lo que más destacan son los mismos edificios, no necesariamente importantes, como la entrada de la embajada italiana (13), sino montones de casas que uno va encontrando (14,15,16).

Si se asciende por la montaña en la que está edificada esta parte, se llega al castillo (en realidad no es un castillo como tal, sino un recinto amurallado enorme que da cabida a varios edificios). La entrada al recinto (17,17b) se encuentra en una plaza rodeada de impresionantes edificios (18,19,20). Ya dentro, impresiona sobre todo la Catedral de San Vito (21,22,23,24), sin duda uno de los edificios emblemáticos de Praga. El resto del castillo también contiene edificios antiguos y bien conservados (25,26) que vale la pena ver. Más arriba aún del castillo, se encuentra el enorme monasterio de Strahov, desde el cual se domina la ciudad y se tienen unas magníficas vistas (27). El monasterio está rodeado de una amplia zona verde y más arriba hay un parque rodeado de una antigua muralla, en el que también hay una torre de telecomunicaciones (28), a la que se puede subir para tener una perspectiva aún mayor de la ciudad.

Realmente, desde toda la zona del castillo se puede obtener una bonita imagen de los alrededores, especialmente de los barrios situados más abajo, cuyos tejados podemos contemplar desde lo alto (29).

Abandonamos ya la ribera occidental y vamos al centro de Praga, al que, junto al puente de Carlos, es el lugar más turístico y visitado: la plaza de la ciudad vieja. Probablemente no haya en todo el mundo una plaza comparable. Una vez estás en ella, mires donde mires, sólo ves edificios bonitos (30), pero muy especialmente el templo de Týn (31), con su curioso tejado, y el ayuntamiento (32), con su famoso reloj. Sin duda el reloj, una auténtica obra de arte (33), es lo que más interesa a la gente, puesto que, cuando marca las horas, aparecen unas figuras que representan a Jesús y los doce apóstoles, desfilando por esa especie de "ventanas" que en la foto se ven tapadas por unas pantallas azules. Al mismo tiempo, otras que aparecen en la fachada, como la Muerte, se mueven al ritmo de las campanadas, y en lo alto de la torre, un señor vestido al estilo medieval, toca una melodía con la trompeta para acompañar las campanadas. Lógicamente, los turistas se corren de gusto con todo este montaje, y prueba de ello son las multitudes que se agolpan en la plaza, cámara o filmadora en mano, cada vez que se aproxima una hora en punto (34).

Al lado mismo del reloj está la entrada principal del ayuntamiento (35), también llamativa. Y es que en esta plaza todo parece estar diseñado para impresionarnos, y si no fuera por la cantidad de gente a la que, como a nosotros, se le nota que viene a visitar la ciudad, parecería que estamos en un sitio de cuento (36).

Por supuesto, todo el barrio está abarrotado de tiendas para los turistas, donde se pueden comprar las cosas típicas del país, especialmente cristal y marionetas. Incluso algún ingenioso ha aprovechado para vender las del Barça (37). También muy cerca de aquí, los turistas pueden alquilar un coche de época para recorrer la ciudad (38). Por supuesto, también hay carros tirados por caballos, pero lo de los coches antiguos me ha parecido más pintoresco.

Más hacia el Este se llega a la llamada "Torre de la Pólvora", que tiene también el característico tejado checo, y junto a ella está el Obecní Dum (39, 40), un espectacular edificio, que por lo que vi es un restaurante de lujo. Si continuamos caminando, salimos ya de la zona más turística, y nos adentramos en una ciudad con menos atractivos. Podemos girar hacia el Sur, sin embargo, hasta llegar a la estación principal de tren, un edificio muy deteriorado y que está en plena reestructuración, en el que aún se puede encontrar algún resto de su antigua belleza (41).

En los barrios de más al Este, podemos encontrar una curiosa iglesia con un enorme reloj (42), pero salvo este y algún otro ejemplo aislado (43) no vale mucho la pena ir por allí. Mejor seguir bajando en dirección al Museo (44), que es uno de los lugares centrales de Praga. Se trata de un museo de Zoología, Paleontología y Mineralogía, verdaderamente enorme. Vale la pena visitarlo si se tiene algún interés en estas ramas de la ciencia, porque es muy completo.

Frente al museo se encuentra la estatua de Wenceslao, que da inicio a llamada "Plaza de Wenceslao" (45), que es en realidad una enorme avenida llena de curiosos edificios y sobre todo de miles de turistas. Personalmente, creo que el exceso de turistas y de negocios orientados a ellos, deslucen la innegable belleza intrínseca del paseo, al igual que ocurre en otros lugares del mundo, como las Ramblas de Barcelona.

Más al sur la ciudad tiene menos lugares interesantes, aunque siempre puede uno encontrarse desde un enorme grafitti (45b) hasta edificios imponentes como el teatro nacional (46), y si seguimos caminando junto al río podremos contemplar la original casa danzante (47,48).

Algo más al Sur todavía se alza, sobre una colina, una curiosa fortificación llamada Vysehrad (49). Esta fortaleza data de los tiempos medievales de Praga, pero se fue abandonando a medida que la ciudad crecía más al Norte. Lo más destacable de ella es el cementerio que alberga, en el que se encuentran enterrados la mayor parte de los personajes célebres de Chequia. Junto al cementerio hay, cómo no, una iglesia (50). Como anécdota, me di cuenta que, cuando tocó sus campanas, lo hizo siguiendo la melodía del "Moldava", de Smetana (que, según creo recordar, también está enterrado en ese cementerio). No sé si siempre lo hace así.

Poco más que señalar de este lugar excepto una pequeña iglesia de planta circular (51) y especialmente sus imponentes vistas (53) de la parte Sur de la ciudad y su río, el Moldava.

Un aspecto del que aún no he hablado es del sector judío de la ciudad. Existen varias sinagogas de diversos estilos, entre las que destaca la impresionante sinagoga española (54), de visita obligada. No permitían echar fotos en el interior, pero es digno de ver, con sus colores rojizos y dorados y el perfecto estado en que se encuentra. Se llama española porque se construyó a raíz de la llegada de los judíos expulsados de España por los Reyes Católicos. Por cierto que frente a la sinagoga hay una curiosa estatua dedicada a Kafka (55) También destaca la sinagoga de Jerusalén (56), con su estilo oriental y sus colores azulados. Por último está la antigua sinagoga (57), en la que hoy en día hay un museo sobre temas funerarios de los judíos. Hay alguna sinagoga y museo más, pero no me resultaron tan llamativos. Para entrar en los recitos sagrados, los hombres deben, en teoría, colocarse ese pequeño gorro llamado kipá, aunque si se tiene el pelo largo como yo, la verdad es que al final es inviable y tienes que saltarte la regla.

Existe un ticket combinado para ver todos los lugares judíos de Praga, que en cierto modo podría considerarse un timo si no fuera por la sinagoga Española, pero hay un último lugar que sí vale la pena visitar con el ticket: el cementerio judío. Para quienes estamos acostumbrados a los cementerios católicos, resulta curioso ver todas esas lápidas inclinadas, que parecen estar colocadas de cualquier manera, agolpándose desesperadamente sobre cada metro cuadrado de superficie (58, 59).

Praga no es, sin embargo, un sitio que sólo deba visitarse por tal museo, tal estatua o tal edificio, sino que es toda la ciudad (o al menos sus barrios más turísticos) una obra de arte en sí misma, y uno no pararía nunca de contemplar impresionantes fachadas y tejados, cada cual con sus colores y sus formas, por lo que resulta muy difícil resumirla en unas pocas fotos (60,61,62,63,64,65). Y es especialmente el paisaje que ofrece al lado de su río el que todavía la hace un lugar más encantador y más aconsejable de visitar (66).

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